Hoy, día de la madre, me envía mi madre un mensaje al móvil, recordando a mi abuela que ya no está entre nosotros.
Y me hace llegar una canción, "Volver a Verte", escrita por Jose Manuel Soto e interpretada por el mismo y por Pasión Vega,dos grandes artistas que han perdido a sus madres. La interpretación (y la canción) transmiten el sentimiento de pérdida y ese vació que deja en el corazón el hueco de una madre cuando se nos vá. Os dejo el vinculo para que podáis disfrutar esta emocionante actuación también: https://www.youtube.com/watch?v=xKlUmPnsc3A
Recuerdo que, cuando yo era aún muy joven, mi abuelo falleció. Su esposa había muerto muchos años antes. Me impresionó profundamente entonces, que, pocos meses después de su muerte, mi padre (para mi representaba entonces todo lo que significaba entereza, seguridad, calma y aplomo) me dijo: "No te puedes imaginar lo sólo que se siente uno cuando se mueren tus padres".
Mi madre también ha perdido a sus padres. Y desde siempre he sentido que tiene un profundo agujero emocional por su ausencia. Aunque es una persona muy feliz, positiva y siempre práctica y optimista, ese agujero o grieta, nunca parece llenarse del todo. Nada puede sustituirlos.
Y esto, parece ser una constante en todas las persona que han perdido a su padre o madre.
Me impresionan también las constantes voces de los soldados moribundos llamando a su madre que narra la premio nobel Svetlana Alexievich en su impresionante libro "La guerra no tiene rostro de mujer".
Todos esos seres adultos, enfrentándose al difícil tránsito final en soledad, no buscan otra cosa que el amor de su madre buscando amparo.
Ver el dolor que causa la ausencia de una madre me hace reflexionar sobre que ha sido y es mi madre para mi, aunque no resulta fácil de definir ....
Desde que tengo memoria y consciencia ( a partir de los 3 años, según dicen los científicos) siempre ha estado ahí para apoyarme.
Aunque cuando hoy en día no siempre hago las cosas bien, no me juzga (aunque me reprenda, eso sí). Siempre ha creído en mí, siempre ha estado pendiente de mi. Me ha defendido frente a los demás, incluso frente a sus seres más queridos, cuando nadie más me creía. No faltó ni un sólo día a su promesa de darme amor incondicional, desinteresado, y puro.
Y antes aún; en la época de la que no guardo memoria, también lo ha sido todo. Como para casi todo el mundo, fue primero un lugar cálido y acogedor dónde desarrollarme como feto, una la voz amable que me hablaba en su seno, que me confortó el difícil día del tránsito a este mundo (te reciben con una palmada en el culo, a modo de premonición ) y me aupó a su pecho amoroso dónde me dió calor y alimento. Fue mi primer juguete, mi primera maestra, mi refugio protector. También, mas adelante, mi confidente. Incluso llegó a ser mi más leal oposición.Y ya, más recientemente, mi consejera perpetua.
Asi que he tenido la suerte de compartir casi una cincuentena de años de mi vida con ella. (Dios quiera que muchos más). Ahora soy consciente de como en la palabra Madre puede encarnarse todo lo bueno y bello de mi vida (o de la vida).
Todo esto sirve de introduccion a varias preguntas en relación con el trastorno del apego, al que dedico este blog:
¿Como hubiera sido mi vida si no hubiera tenido una madre para dármelo todo en todos y cada uno de los momentos en que hizo falta?
Si es grande el dolor de un adulto(que ha tenido toda la vida para prepararse para ello) por la pérdida de su madre (de la que le quedan tantos recuerdos para consolarse)
¿como será el dolor de aquel que no la tuvo nunca?
¿Podemos, acaso, alcanzar a entenderlo?
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